No bullying

Hoy os voy a presentar a mi hija Elísabet, se abre al mundo y cuenta su historia en primera persona con un objetivo claro y concreto: poner su granito de arena en la lucha contra el bullying. Os dejo con ella:
Muchas personas desconocen el verdadero significado de esta palabra. Se define como violencia verbal, física o psicológica producida entre compañeros de clase de forma continua, a lo largo de un tiempo determinado, tanto en el aula, como FUERA de ella y, también, a través de las redes sociales, lo que se conoce como ciberacoso.
Las consecuencias del acoso escolar pueden ser muy graves, ya que, en algunos casos, la dureza de la situación puede causar el suicidio.
Muchos niños y adolescentes dentro de las aulas bromean sobre ello y lo toman a risa, pero debemos saber diferenciar la broma del acoso. Somos nosotros mismos, los alumnos, los que debemos promover el cambio de mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de los casos de acoso escolar, aunque no seamos víctimas de ello… por cierto, quiero dejar constancia de que mirar a otro lado es contribuir al acoso escolar.
Todos somos personas, podemos tener diferente aspecto físico y diferentes formas de pensar, pero debemos respetarnos y ayudarnos. Entre nosotros, los alumnos, el bullying no pasa desapercibido, y entre todos podemos acabar con ello. Por muy mal que te lleves con alguien, si está sufriendo acoso escolar le ayudas, porque, repito, todos somos personas. Si no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién va a hacerlo?
Lo primero que hay que hacer cuando percibimos que un compañero está sufriendo esto es, entre todos, crear una especie de barrera protectora entre la víctima y el victimario para detener las agresiones tanto físicas como verbales y psicológicas. En segundo lugar, se debe avisar a todo el profesorado, incluyendo la dirección del centro, quienes deberían haber adquirido, previamente, una formación en habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares y estos deberán informar de inmediato a la familia de la víctima, quienes pueden denunciar el caso a la policía, si es necesario. Los profesores también deberán hablar con la familia del victimario, y tomar las medidas oportunas. En tercer lugar, nosotros, compañeros de la víctima, debemos hacer que esta se sienta integrada e intentar que no vuelva a verse en el lugar de víctima, sino de persona y compañero/a de clase.
A mí, habiendo estado en el lugar de víctima, me parecen unos pasos coherentes y útiles. En mi caso, no obtuve ninguna ayuda dentro del aula, por ello puedo deciros que duele ver cómo están “machacándote” día tras día y tus compañeros miran hacia otro lado o incluso de vez en cuando sonríen o se ríen ante una agresión (ya sea física o verbal, esto acaba siendo un dato poco importante para mí, ya que las dos maneras terminan por doler lo mismo). Me sentía sola y estaba sola.
Muchas personas piensan que la propia víctima es la que debe informar a la familia y a los profesores, pero NO.
Yo tenía miedo, las chicas que me acosaban sabían dónde vivía y me habían amenazado varias veces para que no las delatara, así que no dije nada.
Día a día me sentía agotada, mi aspecto era bastante raro, solía esconder el rostro detrás de mi pelo, no porque me hubieran golpeado, sino para intentar pasar desapercibida, aunque nunca funcionaba. Sentía que debía poner buena cara a los profesores y, tras esa “máscara”, se encontraba una niña con unas ojeras encharcadas de lágrimas desde las ocho y cuarto de la mañana hasta las dos y cuarto de la tarde.
Todo esto trajo unas consecuencias: al no poder decir nada a nadie, mi mente y mi cuerpo decidieron que, quizás, la mejor manera de avisar, o por lo menos una opción de manifestarse, era mediante un ataque de ansiedad. A día de hoy, tengo problemas de ansiedad. He visitado psiquiatras y psicólogos, orientadoras de instituto y PTSC’s. Y aún no sé cómo controlarla por completo. Han pasado cuatro años desde que acabó aquella pesadilla.
En mi caso fue una persona cercana a mí quien me ayudó a decírselo a mis padres, pues yo no me atrevía. Cuando lo supieron, mi madre fue de inmediato al instituto, donde no tenían una gran formación en habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares… En el instituto nos prometieron, a mi familia y a mí, mejoras y cambios para el curso siguiente y ni mejoras ni cambios hubo. Dos años de bullying.
Tras el segundo año me cambié de instituto, cambié mi aspecto, me aparté el pelo de la cara y decidí que sería yo misma. Hasta ahora me funciona. He de confesaros que, al principio, no me juntaba con chicas, puesto que no sabía cómo hacerlo, puede que incluso me diera un poco de miedo.
A día de hoy, soy capaz de relacionarme con todo el mundo y me gustaría poder acabar con este grave problema que es el bullying con la ayuda de todos vosotros.
Porque no es justo que niños de once años piensen en suicidio, porque no es justo que no pudiera disfrutar mis dos primeros años de instituto, porque no es justo privar a nadie de sus derechos de ser cómo es, porque todos somos personas.
Y está en mano de todos, cada cual puede aportar su granito de arena, ya sea como compañero, como profesor, como familiar o como ciudadano, para acabar con ello.
Quiero compartir con vosotros un vídeo corto que hice de sensibilización contra el bullying, y pediros que si es posible lo compartáis, por favor, y entre todos disminuir o incluso acabar con este grave problema mundial:
Di NO al BULLYING.