La familia de Ludo
La familia de Ludo es una gran familia, él es el pequeño de la casa, vive con su padre (52 años), su madre (48 años), dos hermanos (20 y 19 años) y dos hermanas (18 y 15 años), la abuela viuda (73 años, madre de su padre), el tío soltero (39 años, hermano de su madre) y dos peculiares mascotas (un ave extraña y un pequeño animalillo peludo de cuatro patas).
Es difícil convivir con tanta gente, por eso Ludo se sabe hacer notar y atrae las miradas de quien le interesa. Le encanta poder vivir en una gran casa redonda que la familia construyó con mucho mimo y cuidado, respetando la naturaleza que los rodea, en esa pequeña aldea que no se sabe muy bien dónde está y en la que ha vivido desde siempre; es el único de los hermanos que nació en la casa recién construida, rodeado por su familia desde que vio la luz por primera vez.
Disfruta de las noches estrelladas desde el mirador y del calor de la chimenea cuando hace frío, de sentarse a la mesa cada noche con toda la familia, sobre todo si hay pastel de verduras arlequín que prepara su padre, y chocolate caliente en invierno que prepara su madre. También lo pasa bien cuando se pelea con su hermana de 15 años a la que ya sobrepasa en altura, pero no le gusta nada que su hermano el mayor le dé órdenes, así que sale huyendo al garaje en el que está la batería y se pone a tocar simulando que no oye nada de lo que le dicen; allí se reúne a menudo con sus dos mejores amigos varones y con Sofía.
En otro lugar donde suele reunirse con sus amigos es en su dormitorio, allí tiene todo muy ordenado, en una pared cuelga los que considera sus mejores dibujos, por otra parte tiene un montón de fotografías que selecciona e imprime de todas las que hace, otra pared está dedicada a sus músicos favoritos, con recopilación de pósters, fotos, entradas de conciertos… Cerca de la ventana tiene su sillón de lectura, y junto a este su escritorio con todo perfectamente colocado: ordenador, bandeja de papel, bolígrafos, etc. Allí estudia, charla con sus amigos y se oculta de su numerosa familia.
Pero la familia de Ludo no se compone únicamente de las personas con las que convive, por parte de su padre tiene dos tías muy pesadas (49 y 42 años), de estas que da igual la edad que uno tenga, siempre le andan agarrando de los mofletes advirtiendo lo que ha crecido; afortunadamente viven en un pueblo alejado, así que no van muy a menudo, además tienen una granja y no la pueden dejar mucho tiempo sola. Sin embargo, preferiría soportar más a menudo a sus tías con tal de pasar más tiempo con su primo, que es de su misma edad y comparten muchas aficiones. Siempre que se ven van a escalar juntos, montan en bicicleta, antes organizaban campeonatos de chapas, pero ahora prefieren competir en la vídeo-consola con juegos de acción.
Por parte de su madre están su abuelo y su abuela, que viven en la ciudad. A Ludo le gusta ir a la ciudad porque siempre hay muchas cosas que ver y que hacer, aunque opina que tanto bullicio y mal olor del humo de los coches no lo soportaría para vivir. Adora a sus abuelos, antes ellos iban mucho a la aldea, pero ahora están mayores, no pueden conducir ya y no soportan bien los viajes largos, ya que el viaje en transporte público hasta la aldea es de horas, entre trayectos, esperas y transbordos, así que además de las visitas que les hace la familia al completo, Ludo va a verlos el primer fin de semana de cada mes, sale con ellos a pasear, a visitar museos, a tomar un helado, les ayuda si hay que hacer alguna compra o limpiar algún rincón al que no alcancen bien y disfrutan de su compañía mutua.
A Ludo le gustan mucho los helados, su favorito es el de chocolate y menta. En su casa su abuela prepara unos deliciosos helados caseros. Pero cuando va a la ciudad, no puede dejar de pasar por la heladería italiana que hay dos manzanas más abajo de donde viven sus abuelos, el helado de chocolate y menta que preparan allí es delicioso. Después de un fin de semana en la ciudad, Ludo agradece volver a la aldea, rodeada de verdes montes. Su color favorito es el verde, pues le recuerda a la naturaleza en la que vive... caminar descalzo sobre la verde hierba, tumbarse bajo los árboles cuyas copas verdes esconden algunos pedazos de cielo, orientarse en el bosque gracias al musgo verde que crece en las cortezas de los árboles…